En un mundo que nunca se detiene, donde el tiempo avanza deprisa, a menudo nos olvidamos de tomarnos un momento para apreciar las maravillas en nosotros mismos. Este mes celebramos nuestro 16º aniversario, no sólo como compañía, sino como un viaje de amor propio y autodescubrimiento.
Reflexionamos sobre esa sensación de tener 16 años, el mundo estaba lleno de esperanza, sueños, emoción y energía sin límites. Cada día era una aventura y el futuro ofrecía infinitas posibilidades. Con ese espíritu escribimos una carta de amor a ti y a nosotros mismos para invocar ese espíritu joven que llevamos dentro.
Nuestro Zeal por la vida estaba a flor de piel; esa felicidad juvenil brillaba cada día, igual que el radiante resplandor de juventud de nuestra piel con Zundora.
Llevábamos esa maravilla del cuerpo humano al límite, podíamos ir de la escuela, a la calle con los amigos, ir a una fiesta y volver de nuevo a la escuela, sin parar.
Nuestro metabolismo funcionaba como una maquinaria precisa, quemando rápidamente todo lo que comíamos como si ya hubiéramos descubierto Burn sin importar cual indulgentes fueran las comidas como un pollo frito, pizzas de pepperoni y hamburguesas. Las podíamos disfrutar como si nada.
Y después de que alguien rompió nuestro corazón, una, dos, tres veces al fin aprendimos a amarnos como Zurge nos enseñó, con todo el corazón pero de forma inteligente, porque nos dimos cuenta de que merecemos sólo lo mejor.
Este mes, al celebrar nuestros Dulce 16 nos acordamos de apreciar nuestros cuerpos como nunca, porque albergan nuestras hermosas almas. Por cada latido, respiración, por las mariposas en el estómago, por su capacidad de curarse a sí mismo y porque cada mañana abre nuestros ojos curiosos, le damos las gracias.